Obstinación
Lentamente
me deje embriagar por los finos trazos de tu sombra
mi
tímida mirada te buscaba en esos oyameles tan profundos como el bosque
y
mientras más te buscaba menos te encontraba en ese interminable cielo,
lucias
como sirena en el Pacifico, el sol radiante iluminaba tu rostro,
tus
cabellos seductores imantaban toda mi atención frívola y dormida sin fuego.
Mi
palabra enmudecía de ti, te paseabas ávida y con gracia,
el
tiempo en aquella mesa se detenía sutilmente como el aire,
yo
estaba allí ahogado en un vaso sin agua, sediento de ti
ansioso
por descubrir tu voz, por perderme en tu abismo eterno sin malicia,
por
escuchar mí nombre simple y sin mesura de tus labios sin pecado.
Eras
bella, tan bella con naturaleza hermosa de los valles
eras
mía en el silencio, en el ficticio pensamiento sin lujuria,
el
volcán que yacía de mí se encontraba sereno a tu purísima presencia,
las
prendas blancas de tu cuerpo y no del tuétano me arrastraban a tu costa,
yo
era un soldado invasor para ti pero sin guerra
Por momentos deseaba escapar hacia tus nublados
pasos
buscarte
desesperadamente como roedor en los arbustos del invierno,
extinguir
esta lejanía que apartaba tu mano de la mía,
turbar
esta oleada que te confundía de colores en el mar
pero
estabas tan lejos de mi faro que ni sabias si existía.
Repentinamente
se acercó la hora de partir de este muro del recuerdo ahora
donde
grabado sobre la mesa yacerá por la
eternidad,
un
silencio obstinado, perdido por los aires sin rumbo y
los
deseos infinitos sin tregua a tu amor
lejos en el dormir de la tarde,
pero
la vida es de encuentros, quizá lo
nuestro nunca se escribió,
quizá
lo nuestro nunca se escribirá.